Todavía no nos conocíamos pero ya teníamos algo en común. Estábamos ahí, en una fría noche de julio de 1992 en Obras. Poco tiempo después, la vida hizo que, no sólo nos encontremos, sino que además se confirmara la primer afirmación con que arranca esta nota. Coincidíamos en muchas cosas, entre ellas, la pasión por las grandes bandas, la admiración por los grandes vocalistas, y por sobre todas las cosas, los climas mágicos a la hora en que confluyen esos dos elementos casi indispensables: el buen hard rock y el heavy metal.
Quiso la buena estrella que esa noche, Black Sabbath pisara por primera vez la Argentina con Tony Iommi, Ronnie James Dio, Geezer Butler y Vinny Appice para presentar “Dehumanizer”, y hacer que esa ocasión haya sido el hoy llamado “uno de los mejores shows de metal que se vieron en la Argentina”. Difícil encontrar a alguna persona que haya pasado los treinta que no lo exprese de esa manera. Y supongo que nosotros habremos pensado lo mismo, aún sin saberlo.
Hoy es un hecho que así fue. Y si viajamos en el tiempo sólo un poco, desde el mismísimo comienzo de ese show con E5150 y al golpe de efecto que genera el riff de “Mob Rules” en cualquier alma sensible a la excelencia musical, podemos decir que ciertamente el recital de Sabbath superó todas las expectativas.
Y vamos… Cuando vemos el show de una banda que toca por primera vez en nuestro país, ¿qué esperamos escuchar si no los clásicos interrumpidamente? Sin embargo, esta vez nos encontramos con la primer sorpresa de la velada; después del comienzo demoledor siguieron con “Computer God”, primer tema del álbum, donde nos demostraron la confianza que la banda le tenía al nuevo material. Y lo bien que hicieron. Otros de la misma placa que sonaron esa noche, como “Time Machine”, “I” y “Master of Insanity” nos demuestran por qué se llama así; no parecen humanos.
Indiscutiblemente, la banda dio muestras claras del concepto original de “Dehumanizer”, el que hasta ese momento era el último trabajo del grupo donde habían reclutado nuevamente aquella formación contundente que no permite más que hacer de cualquier intento un resultado mayúsculo.
Volviendo a los clásicos, tanto “Children of The Sea” como “Die Young” nos emocionaron sin dudas a todos los nostálgicos y a los que recién empezaban. Y el show avanzó a tal punto, que hasta el espíritu Osbourne estuvo presente esa noche: “War Pigs”, “Black Sabbath”, “Iron Man” y el cierre definitivo con “Paranoid” fueron sublimes momentos que elevaron a la categoría de épico al evento.
Pero sin lugar a dudas, cuando pensábamos que ya habíamos visto todo aunque no lo creyéramos, amén de “Neon Knights” que como siempre hace delirar tanto a los fans como al propio Dio que se nota disfruta de ese final, su final de fiesta, presenciamos algo que hoy en día no podemos olvidar y nos hace llegar a la siguiente conclusión. Si “Black Sabbath” hubiera nacido en los 80´s seguramente se hubiera llamado “Heaven & Hell”. Y por diversas razones así termino siendo.
Es que el momento en el que una profunda luz roja iluminaba al pequeño gran monstruo cantando uno de los himnos obligatorios, no sólo de la banda sino de la historia del heavy, fue insuperable. “Heaven & Hell” fue tal vez el instante de gloria de la noche para todos los corazones allí presentes.
Un gigante como Tony Iommi haciendo de la guitarra las delicias de un público que no podía creer lo que sus ojos y sus oídos recibían. Una base rítmica con Appice y Butler, dos figuras difíciles de encontrar en el mundo de la música, marcando el paso a cada unos de los instantes que se iban sucediendo en esa fiesta, oscura, majestuosa, imponente.
Y 17 años después de aquella mítica reunión de héroes, la misma formación destrozó un Luna Park repleto con los riffs más pesados del planeta. Y ahí estábamos nosotros, con una sensación de comunión con ese “Heaven & Hell”, la nueva/vieja banda que no sólo podíamos evocar los que tuvimos la suerte de haber vivido ese recital, sino también las nuevas generaciones que desde hace mucho no hacen otra cosa que anhelar “haber estado ahí” cuando les cuentan lo que fue esa noche del 92 en Obras. Y la verdad es que volvimos a presenciar un despliegue de profesionalismo que nos resulta inimaginable en cualquier otra agrupación.
Pasaron muchísimos años. Todos crecimos, ellos también. Porque seguir manteniendo la calidad significa que la madurez como músicos la arrastran desde hace tantos años, y la conservan intacta. Y aunque nuestro oído crítico se ha agudizado, nada nos ha defraudado. Y nosotros, simples fanáticos de la buena música, podemos decirlo hoy, acá y ahora. Felices.
Mariana Weingast y Pablo López.
Heaven And Hell
Luna Park (7 de Mayo del 2009)
A las 21 en punto las luces del Luna Park se apagaron para darle el pie a Mr. Ronnie James Dio, Tony Iommi, Geezer Butler y Vinnie Appice, quienes tomaron sus posiciones mientras comenzaba a sonar E5150, seguido de la infaltable continuación "Mob Rules". El público ya estaba delirando y el show recién comenzaba. Una vez más la dupla Iommi y Butler, como gigantes que son, se pararon por delante de unos enormes portales de hierro, cual custodios de las puertas del infierno (aunque muchos creímos que estábamos entrando al paraíso).
Mientras tanto Dio se paseaba por el escenario con su inmensa humanidad, derrochando el talento que no se suele encontrar en una persona de 67 años que sigue cantando con una garra que no tiene comparación con casi ningún otro vocalista que se recuerda en el mundo del heavy metal. Su garganta sigue brillando como siempre, a la par de la clase magistral que nos brinda el resto de los músicos, a quienes tampoco se los puede dejar de admirar.
La idea principal fue obviamente llegar a nuestro país para presentar el álbum “The Devil You Know”, de donde emergen piezas como "Bible Black" "Fear", y "Follow the Tears", aunque hubo un notable equilibrio en el set list, agasajándonos con temas de “Heaven & Hell” (1980), “Mob Rules” (1981) y “Dehumanizer” (1992), que si bien fueron editados como “Black Sabbath”, es lo mismo para los fanáticos hoy en día. El nuevo nombre de la formación es anecdótico. La esencia es inalterable.
Tantos años después, y existiendo guitarristas magníficos en el mundo del rock, no es posible seguir con esta crónica sin decir que Tony Iommi es el padre de los riffs más importantes del heavy metal. Su inspiración nos remite a la magia. Verlo transitar el escenario vestido de negro, con su cruz al cuello también. Tiene la impronta de un duque que asusta y genera admiración a la vez.
Y pasaron los temas, como "Falling off the Edge of the World", "Die Young" con el esperado solo del genio de la viola que una vez más nos dejó con la boca abierta y los oídos a punto de caramelo, para llegar al momento apoteótico más esperado de la noche y de la década. "Heaven & Hell" en una sublime versión extendida, con zapada incluida y Dio recreando lo que sería ir del cielo al infierno en un solo paso. Y con la mejor atmósfera que podríamos tener. La música y el juego de luces blancas y rojas que nos fueron transportando a ambos extremos. Y sí que fue fácil sentir que así estaba pasando.
Lamentablemente el show no duró todo lo mucho que hubiésemos deseado. ¿Cómo explicar la sensación que nos queda sabiendo que una banda que tiene cuatro discos de estudio nos deja con un gusto agridulce debido a la innumerable cantidad de temas que nos hubiera encantado escuchar y no estuvieron? Tantas melodías que sólo quedaron en deseo…
De todas maneras, fue un show impecable de 80 minutos que culminó con "Neon Knights" -como no podría ser de otra manera-, para el éxtasis de una horda de fanáticos que seguramente salieron agradecidos de haber podido estar ahí para vivir una noche especial.
Valeria Vizioli, Mariana Weingast,
Pablo López y Andrés Moreno
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