lunes, 21 de octubre de 2013

ARPEGHY en el Roxy Live! 19.10.13

El sábado 19 de octubre asistimos a la presentación de Arpeghy en The Roxy Live Bar. En esta oportunidad, la banda que según su propia definición transita los límites entre el metal y el hard rock, sin preocuparse demasiado por los estereotipos o rótulos, presentó un show en el que se mezclaron temas ya conocidos, con algunos covers y adelantos de su próximo trabajo.

Nacida con el nuevo siglo, la agrupación, luego de algunos cambios en la formación, ha tomado un rumbo, en el que, sin renegar de sus influencias (Rata Blanca, Deep Purple, Rainbow), ha encontrado el estilo y sonido Arpeghy.

La noche tuvo momentos emotivos, como la dedicatoria a una amiga de la banda que ya no está entre nosotros, del tema “No se vivir” -en el que las cualidades vocales de Alejandro Fernández alcanzaron su cúspide- o la presentación de “Solo por vos”, dedicado al hijo de Diego Solís. 
 
Pero vayamos al grano. El sonido del grupo, apoyado en la base rítmica de los siempre sólidos y eficientes Sergio Maesano en batería y Gonzalo Álvarez en bajo, se destaca por el perfecto ensamble entre el teclado de Jorge Justo, y la magnífica guitarra del ya mencionado Diego Solís.

Y volviendo a Alejandro, que fue la última incorporación de la banda, debemos decir que aporta todo su carisma al servicio del conjunto, destacándose, sin que se pierda de vista que es parte de un engranaje aún mayor. En estudio su voz perfila interesante, pero en vivo es otra cosa, ya que tiene una energía especial, tal vez producto de su propia seguridad, lo que lo convierte en un gran cantante que se mueve con mucha soltura por el escenario, demostrando que puede animarse a más. Y lo hace.

Es que entre los covers que dijimos que hicieron, sonaron “Livin’ On a Prayer” de Bon Jovi (tal vez el más logrado, gracias al particular estilo del vocalista que lo acerca en algunos momentos  al señor de New Jersey), “Anytime, Anywhere” de Gotthard y “I Want It All”, de Queen, interpretación esta última, que no estuvo a la altura del resto del show, por la vara elevada que significa ponerse, no en la piel, sino en el lugar que ocupa Freddie Mercury en el universo de cantantes. Y decimos esto porque la interpretación fue sólida y Alejandro no dejó de ser él mismo a lo largo del tema, lo que lo convierte en un intrépido vocalista que no teme asumir ese desafío, lo que lo califica aún más.

En cuanto a los temas nuevos, se destacaron el ya mencionado “Solo por vos”, “Cuando escuches el trueno” y “Razón para pelear”, que hacen que nos quedemos ansiosos a la espera de la presentación de mayor cantidad de nuevos temas, sobre los que los chicos se encuentran trabajando.

En suma, fue una velada llena de energía, luces, garra, emoción y la sospecha que estamos frente a unos muchachos que saben lo que quieren, que se toman con mucha responsabilidad, dedicación y entusiasmo lo que hacen, lo transmiten al público, y así como viene la mano, van a encontrar lo que anhelan, porque van por el buen camino. 
 
Si son amantes del hard rock concreto y contundente, les recomendamos no perderse la próxima presentación de Arpeghy que seguramente va a dejarlos con la misma sensación.
Por Mariana Weingast y Sergio Maltempo

miércoles, 2 de octubre de 2013

ALICE IN CHAINS Y SU ANSIADO DEBUT EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES – Luna Park 28.09.13


Eran alrededor de las 20:45 cuando nos disponíamos a entrar al Estadio. Había mucha, muchísima gente todavía en las inmediaciones del Luna Park, pero a esa altura de la noche el grueso de los fans ya estaba adentro.

El debut de Alice in Chains en la Argentina no era un hecho menor si tenemos en cuenta que la banda ya lleva más de 20 años de historia y tiene editada una vasta discografía, suficiente para deleitar con cada uno de sus trabajos a todos sus seguidores.

A las 21, tal como estaba anunciado, el cuarteto comandado por Jerry Cantrell arremetió con los primeros acordes de “Them Bones” y un recinto entero pareció venirse abajo ante tal esperado momento. Acto seguido, fuimos deslumbrados con “Dam That River”, para ir palpitando lo que sería el resto del show. Este comienzo con los dos primeros temas de Dirt (1992), su segundo álbum de estudio, encendió a la audiencia por completo.

El cantante William Duvall, quien reemplaza al entrañable Layne Staley desde 2005, pudo conquistar al público tanto por su agudeza vocal como por su carisma. Uno de los comentarios de la noche giró alrededor de su gran parecido físico a Lenny Kravitz, pero sin dudas el aspecto que más nos llamó la atención fue la increíble similitud entre su voz y la de su antecesor. Era cuestión de cerrar los ojos unos instantes para imaginarse a Staley cantando entre nosotros, y esto es algo que no muchos pueden lograr.

“Hollow”, de su más reciente trabajo The Devil Put Dinosaurs Here (2013) y “Check my Brain”, de su placa anterior Black Gives Way To Blue (2009), fueron las elegidas para continuar con el setlist. Cuatro temas fueron suficientes para poder apreciar la ajustada performance de los músicos, quienes ejecutaron un tema tras otro con la mayor soltura y destreza que podamos imaginar.

Cambio de guitarras mediante, pudimos disfrutar de Cantrell en las voces y de Duvall acompañándolo en la segunda viola, con una sólida base de batería y bajo a cargo de Sean Kinney y Mike Inez, respectivamente. En este punto cabe aclarar que Inez ingresó a Alice in Chains como consecuencia del fallecimiento de Mike Starr.

El show continuó de la mano de “Again”, “Man in the Box”, “Got Me Wrong”, “Phantom Limb” y “Stone”, alternando entre clásicos y aquellos de su última producción discográfica. Pero sin lugar a dudas, uno de los momentos más álgidos de la noche estuvo a cargo de “No Excuses”, tema cantado, coreado y festejado por todos, y con el que incluso más de un mortal dejó caer una lágrima.

Alice in Chains tocó las últimas cuatro piezas antes de los bises: “It Ain’t Like That”, “Nutshell”, “God Am” y “Junkhead”. Se ausentaron del escenario por unos minutos para dar un cierre a todo trapo con “Down in a Hole”, “Would” y “Rooster”, el mejor final que podíamos esperar.

Pero a pesar de esa catarata de temas, nos quedamos con ganas de más. Fue un recital, a mi criterio, un tanto corto, de apenas una hora y media, sobre todo teniendo en cuenta que es la primera vez que la banda nos visita. Hubiese estado interesante escuchar en vivo tantos otros clásicos como “Love, Hate, Love”, “Put You Down”, “Bleed the Freak”, “Hate to Feel”, “Angry Chair” o “Heaven Beside You”, por mencionar algunos.

Igualmente no hubo demasiado lugar para los reclamos. Las quejas quedaron matizadas ante una velada de primer nivel. El paso de Alice in Chains por Buenos Aires fue tal como lo imaginamos: una máquina de energía y potencia que nos dejó boquiabiertos de principio a fin. Ahora sólo nos queda esperar que vuelvan pronto, tal como Cantrell prometió.

Por Valeria Vizioli

martes, 1 de octubre de 2013

IRON MAIDEN - Estadio Monumental 27.09.13

Sabemos que la venida de Iron Maiden a la Argentina se transformó en una (muy) sana costumbre. También sabemos que el marco de un River no es un dato menor para transformar un recital en una noche en mágica y para el recuerdo.

Los amantes de Maiden nos debíamos un Monumental con la Doncella, aunque un solo aspecto perturbaba un poco los ánimos: el fiasco que fue para el fan argentino el amague con el DVD que posteriormente salió como En Vivo (en Santiago), podría haberse traducido en una mermada concurrencia al show. Pero para adelantar el cuentito sabemos que sucedió casi lo contrario. Se ve que a Maiden le perdonamos cualquier cosa.

Pude llegar cuando Lovorne estaba a unas canciones de finalizar su set. El vástago del Carpo dijo presente con su banda y su rock riffero característico, con un invitado de lujo: Juan “Locomotora” Espósito, legendario baterista de El Reloj. Con una performance un tanto desajustada, cerraron con un inevitable e ineludible homenaje a Pappo de la mano de “Sucio y Desprolijo”, tema que encendió los cánticos de la tribuna: “Pappo no murió”.

Tras el cambio de backline llegó el turno del primer acto internacional. Los suecos Ghost B. C.  irrumpieron luego de una intro gótico-gregoriana ante la sorpresa de los desprevenidos y el júbilo de quienes los esperábamos. Mezclaron canciones de sus dos únicas obras, Opus Eponymous (2010) y Infestissumam (2013), arrancando de manera idéntica al último álbum. Desde la Platea Alta puedo afirmar que el sonido fue pésimo, ya que no se pudieron apreciar con claridad los climas ni las diferentes texturas de la propuesta de la banda.

Me jugó a favor conocer su música para intentar al menos disfrutar de Papa Emeritus II y sus Nameless Ghouls. Y acá hago una pausa para explicar que si hay un rasgo que caracteriza a Ghost es el anonimato de sus miembros, ya que han decidido no revelar públicamente sus nombres. De esta manera, al cantante se lo conoce bajo el nombre de Papa Emeritus II, mientras que a los cinco músicos que lo acompañan se los conoce como los "Nameless Ghouls".

La banda contó con una buena respuesta por parte de la audiencia, y si bien su paso por Buenos Aires nos dejó con gusto a poco, ojalá podamos volver a verlos pronto brindando un show, a nivel sonoro, un poco más acorde.

Pasadas las 20.30 el recinto se acomodó para que seamos ofrecidos en sacrificio. Slayer nuevamente formó parte de la grilla en un show que tenía a Maiden como headliners (recuerdo que la vez anterior fue durante el marco de la gira de Virtual XI). Tristemente, con el fallecimiento de Jeff Hanneman y con la incorporación de Gary Holt de Exodus (a mi entender la mejor elección) como reemplazante (¿definitivo?), veríamos a un Slayer sin dos de sus miembros fundadores. La otra baja sería la de Dave Lombardo, alejado por temas meramente económicos del seno de la banda cuyo mito indudablemente ayudó a construir. Paul Bostaph es el reemplazante preferido y es la segunda vez que nos visita con Araya y los suyos.

Debo confesar que esta vez extrañé a Lombardo, y mucho. Allá cuando vinieron por 1994 por primera vez también en el Monumental, Bostaph llenó con creces los zapatos del cubano. Pero en esta oportunidad su desempeño, para lo que nos tiene acostumbrados, fue un tanto deslucido. De todas formas con esta salvedad, nos pasaron arriba como un Panzer con infantería y todo. Hicieron un setlist colmado de clásicos; algunos de ellos fueron “Seasons in the Abyss” (el cual fue interrumpido al inicio por problemas técnicos), “South of Heaven” y “Raining Blood”.

Para el cierre con “Angel of Death” no faltaron imágenes emotivas de Hanneman, telón de fondo con su nombre (imitando el logo de Heineken) y ganas de vernos, público y banda, nuevamente.

Bastante pasados de las 21 (esta vez la puntualidad británica quedó en el debe), sufrimos un viaje en el tiempo a 1988. Nos metimos en un show que deseábamos haber vivido cuando lo veíamos en aquél gastado VHS copiado de un amigo en el histórico Maiden England.

Intro de UFO, luces fuera y Iron Maiden desgranando “Moonchild” para volarnos las pelucas y encendernos los corazones. Pero un imprevisto nos jugó una mala pasada: la valla lateral derecha colapsó y Bruce Dickinson dejó de cantar para pedirle a la gente que retrocediera dos pasos. La banda finalizó con la canción y comenzó un episodio inédito.

Por aproximadamente 30 minutos se esperó que el personal reparara la valla para poder continuar con el show. Entretanto, el FRONTMAN (sí, con mayúsculas) podría haberse retirado del escenario a su camarín, pero optó por remar la situación como nadie, con bromas, tocando la batería, presentando a Nicko Mc Brain que hizo lo propio tras el kit y tocando con los cachetes la obertura William Tell para deleite de todos los que pudimos disfrutar del bizarro/inédito momento. Por suerte nada hubo que lamentar y zanjeado el inconveniente se pudo continuar con un show que costó levantar en las primeras canciones: “Can I Play With Madness”, “The Prisoner” y “2 Minutes to Midnight”.

Es probable que los incidentes hayan minado la salud vocal de Bruce, quien tuvo que ajustar ciertos fraseos de algunos temas. Inclusive la banda dejó entrever pequeños desajustes que, obviamente, los fans perdonamos porque la profesionalidad de estos músicos, su grandeza indiscutible y el arsenal de himnos ejecutados, hicieron que el show arribara a buen puerto.

Si bien evité leer el playlist, había canciones que daba por sentado no podían faltar, como “The Trooper”, “Running Free” y “The Number of the Beast”. Debo confesar que fui gratamente sorprendido por la inclusión de “Phantom of the Opera”, con un interesante juego de pirotecnia, aunque me llamó la atención la ausencia de “Hallowed be Thy Name”.  De todas maneras, la Doncella de Hierro dio el show que prometió dar, como expresamente lo dijo Bruce, sin quitar ninguna canción de las que habían planificado, a pesar de lo sucedido.

En pocas palabras, Iron Maiden cumplió, nos dejó anécdotas, mucha música y las ganas de esperarlos como todas las veces que el Ed Force One aterriza en suelo argentino.  

Por Guillermo Bertinat