El
show del viernes en el Teatro el Colonial (Avellaneda) comenzó alrededor de las
22 horas con un recinto colmado de espectadores. Allí se dieron cita los
fanáticos de la gran familia Purple (con todas sus variantes y afines), para
escuchar a quien en algún momento fuera cantante de esta tremenda banda, como
asimismo de Rainbow e Yngwie Malmsteen.
Primero
fue el turno del guitarrista Walter Giardino que, con su proyecto Temple, salió
al escenario acompañado por Javier Barrozo en la voz, Pablo Motyczak en el
bajo, Danilo Moschen en los teclados y Fernando Scarcella en la batería.
El
juego lo abrieron con temas de la talla de “Cacería”, “Sobre La Raya”, “Corte Porteño”, “Azul
Y Negro”, “La Danza Del
Fuego” y “Héroe De La
Eternidad”, temas más que aplaudidos y ovacionados por todos
los fans, y en los que Javier Barrozo se lució como nunca.
Luego
de este precalentamiento de motores hubo unos breves minutos de impasse hasta
la salida de quien todos estábamos esperando, Mister Joe Lynn Turner que, con
un derroche de energía y virtuosismo, arrancó la velada al ritmo de “Death
Alley Driver” y “Can’t Happen Here”, para dar paso a “I Surrender”, “Spotlight
Kid” y “Street Of Dreams” (todos de su época en Rainbow).
A
esta altura de los acontecimientos y con un público totalmente enfervorizado,
arremetieron con dos clásicos de Deep Purple al hilo: “Perfect Strangers” y
Pictures Of Home”, para continuar con dos más de Rainbow: “Can’t Let You Go” y
“King Of Dreams”.
Como
no podía faltar, se vino la mención al entrañable Ronnie James Dio acompañada
de “Man On The Silver Mountain”. Le siguió un tema del álbum Fireball, de Deep
Purple que, sin entender demasiado por qué fue incluido en el setlist,
igualmente disfrutamos. Me refiero a Demon’s Eye, canción que originalmente fue
grabada por el cantante Ian Gillan.
Ya
promediando el show, “Deja Vu” dio testimonio de su paso junto a Malmsteen y
ese pedazo de disco que resultó “Odyssey”, para ir cerrando a toda orquesta y
bien en alza con “Long Live Rock 'n' Roll” (de Ronnie Dio).
La
banda se retiró unos minutos y volvió con los bises. Para la ocasión, eligieron
“Highway Star” y “Burn”, este último interpretado a gusto y piacere por
quienes, más que sonar como una banda en su totalidad, lo hicieron a modo de
suma de individualidades. Fue la única pieza en la que se notaron serios
desajustes pero, más allá de este percance, tanto el show como la puesta en
escena estuvieron de primera.
Luego
del show de precalentamiento la noche anterior en el Teatro “El Colonial”, en
un marco acorde a la propuesta, se vivió una velada en la que los amantes del
hard rock y metal clásico se dieron cita ante el convite que Walter Giardino
(profesional como de costumbre) ofreció a lo largo de cerca de dos horas de
show.
El
juego lo abrió con Temple que, a lo largo de poco más de 30 minutos,
recorrieron parte de su material editado con los mismos temas que la noche
anterior. A esta altura, era evidente la buena vibra que iba y venía desde el
escenario hacia el público y viceversa, en un set en donde Javier demostró una
vez más los kilates que posee como cantante, tan a la altura de esta puesta en
escena que Giardino, en especial, debe haber disfrutado plenamente. Del resto
de su banda poco queda para agregar que ya no se haya dicho, suenan ajustados,
ensamblados y lo demostraron una vez más, incluso con el invitado para la
ocasión (Joe Lynn Turner), quien fuera el tercer cantante que tuvo Rainbow y
con quien más se acercó Ritchie Blackmore al mercado americano, algo un poco
más orientado al A.O.R. (“Adult Oriented Rock”).
Con
su clásico look y enfundado en sus gafas negras, Turner abrió con “Death Alley
Driver” y “Can't Happen Here”, y ya a esta altura se evidenciaban algunas
certezas. En primer lugar, que el cantante estaba tan en forma como hace años.
En segundo lugar, lo alto y nítido que
estaba la guitarra de Walter. Y en tercer lugar, que el Vorterix no termina de
convencer en lo que a sonido respecta (a través de distintos shows presenciados
ahí, se nota desde atrás que el mismo es algo para mejorar, y en eso nada
tienen que ver los géneros musicales o las bandas en particular).
El
resto de la noche aconteció como su antecesora, a diferencia de que en esta
vuelta incluyeron “No One Came“ (Deep
Purple). Para culminar, creo que fue una buena y clásica fiesta de los ´80,
tanto de músicos como de público en general, y con Giardino Temple evidenciando
estar a la altura de semejante propuesta. Eso sí muchachos… a “Burn” la escuchamos
hasta en los fideos!!!
Por Alejandro Barcos y Valeria Vizioli