Desde que empezó el show de Triddana, el pasado
sábado 27 de julio, teníamos a nuestras viejas Olivetti mentales trabajando. Es que ya nos estábamos regodeando en
lo que sería la reseña del show, corriendo el riesgo de pensar demasiado y dejar
de disfrutar a pleno el concierto. Pero, afortunadamente, nada de eso ocurrió.
Si bien era nuestro debut para ver a la banda, ya los
habíamos escuchado por otras vías, por lo que no fue un misterio aquello con lo
que, musicalmente hablando, nos encontramos. Lo que no pensamos es que un
vocalista iba a captar tanto nuestra atención como lo hizo Diego Valdez, como
seguramente habrá sorprendido a los novatos y a los que ya son seguidores de
Triddana y se apersonaron (algunos incluso con sus polleras típicas) para
hacerle el aguante a la banda en el barrio de Palermo. Sin desmerecer a los
demás músicos, no se puede dejar de destacar el caudal de voz de este inmenso
cantante que se convirtió en el eje de la noche. Pero vayamos por partes.
La excusa para convocarnos fue la presentación de
“Ripe for Rebellion”, el disco debut editado el año pasado y cuya repercusión
sigue siendo, hasta la fecha, más que notoria. En lo que respecta al show, tanto en las redes
sociales como en diversos medios, la banda anunció que arrancaría a las 21:30
y, con una puntualidad inglesa y un Roxy Live casi completo, salió a devorarse
el escenario. La encargada de abrir el repertorio fue “The Beggining”, seguida
de “Spoke the Firefly”.
Fuerte presencia escénica, banda súper poderosa, con
la energía exacta como para recargar el estado de ánimo de cualquiera que no
estuviera en su mejor noche, son cualidades de esta formación que no podemos
dejar de mencionar. Y si hablamos particularmente a nivel musical, es imposible
no hacer alusión a las melodías armoniosas, avasallantes, notablemente
acompañadas por el peculiar sonido de la gaita, instrumento al que enseguida
relacionamos con los pueblos celtas e incluso con los famosos “gaiteros” de
Escocia o Irlanda.
Y ello viene a colación de que se trata de un
elemento digno de destacar (quizás por ser el más sobresaliente del show), ya que
la gaita no es un instrumento al que los seguidores del hard rock y el heavy
metal estemos habituados. En el recital, específicamente, se utilizó para
generar un clima único, irrepetible, que invitó a saltar, poguear en algunos
momentos, y a vivir una especie de ritual digno de película épica.
Tenemos que confesar que si bien no estamos
acostumbradas a ver este estilo de bandas, nos pareció muy interesante la
ejecución de cada uno de los instrumentos y la comunión que Pablo Allen (gaita),
Fernando Marty (bajo), Juan José Fornés (guitarra) y Ranz (batería) supieron
hacer de los mismos. Pero la propuesta de Triddana no termina ahí. No sólo se
trata de folk metal aguerrido sino también del cuidado por la ambientación del
escenario, las luces y la vestimenta, a tal punto que por momentos parecía que
un hilo conductor guiaba perfecta y armoniosamente cada momento de la noche.
Durante el show que duró casi una hora y media, la
agrupación tocó temas tales como “All Souls Night” y “Reaper’s Lullaby”,
presentó dos canciones nuevas, “The Might in my Blood” y “Becoming”, y realizó
lo que a nuestro parecer fue una de los mejores interpretaciones de la velada:
el lento “Born in the Dark Age”, tema entonado magistralmente por Valdez, quien
dejó en claro que más allá de su potencia y fortaleza esconde a un delicado
vocalista, quizás uno de los mejores de la escena local.
Al finalizar el recital los músicos se pusieron de
espaldas al público y pidieron a sus fans agruparse en el medio del recinto
para, de esta manera, proceder a sacarse una foto grupal con ellos. Se
despidieron, así, entre medio de aplausos y ovaciones, dejándonos a todos
contentos y con ganas de más.
Por Valeria Vizioli y Mariana Weingast
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