lunes, 3 de diciembre de 2012

SOUNDGARDEN: King Animal


Para los que aún oímos resonar ecos con la voz de un Chris Cornell íntimo y minimalista, aunque haya pasado un año ya de su visita a la Argentina, podemos decir que la espera valió la pena. Si bien tuvieron la deferencia de compartir el álbum en la web, por lo que la ansiedad pudo ser paliada a tiempo, ya está en las calles el nuevo disco de Soundgarden, primer trabajo del cuarteto reunido en 2010, tras 16 años alejados de los estudios.

El álbum titulado “King Animal”, confirma que estos tipos siguen rockeando y nos han preparado un menú para todos los gustos. Banda formada en 1984 y que en los 90´s  junto a Nirvana y Pearl Jam, fue uno de los grupos más emblemáticos del estilo musical llamado grunge, en franco deceso. Pero, considerando la trayectoria desplegada por muchos de los grupos enrolados en esas filas, hasta el día de hoy y la vigencia del sonido que siguen logrando, podemos decir que más allá de la corta vida que se le auguró al género, los perseverantes sobrevivientes están acá para seguir reconfortándonos con su música. Y Soundgarden es uno de ellos.

Entonces ¿qué se le pide a un álbum de esta gente? Sonidos concretos, guitarras veloces, oscuras, en tensión pero relajantes; climas que nos lleven desde un cielo rojizo, enardecido, a punto de explotar, hasta una playa soleada donde la calma nos devuelva a la Tierra, para que Cornell siga demostrando que tiene una de las voces más privilegiadas del género. A veces arrollador, otras veces cual gato que ronronea y enternece, no deja de encantar.
Y bien, ante una primera oída al álbum encontramos un clima oscuro, lúgubre a veces, cálido en algunos momentos, pero también armónico y melodioso. Solos impensables y a la vez esperables del guitarrista Kim Thayil, un ritmo que marca sin pausa Matt Cameron detrás de su batería, la gravedad y precisión del bajo de Ben Shepherd y un Chris Cornell que, debido al paso del tiempo y el esfuerzo que implica para cualquier garganta el estilo que lo ha definido, se nos aparece con una voz mucho más rasgada, aguardentosa, aunque no pierde en absoluto la marca a fuego que le da al sonido de Soundgarden.
El disco arranca con “Been Away Too Long”, sonido que nos devuelve a una época conocida, con guitarras filosas, riffs veloces y un Cornell haciendo gala de sus agudos, con un estribillo simple pero pegadizo, de esos que estando en un recital nos arengarían para corear entre todos los presentes. 

El segundo es “Non-State Actor”, tema que nos recibe con un grito gutural que persiste a lo largo del tema, donde el clima rescata el sonido clásico de la banda; punteo de guitarra y las cuerdas vocales de Cornell despellejándose en los coros. Luego, “Blood on the Valley Floor” nos trae una melodía lenta y pesada, donde la destreza de Thayil le otorga vida a este tema desconsolado, y “By Crooked Steps”, lobo con piel de cordero, que arranca con suavidad para después destrozar las cuerdas vocales de Cornell al mejor estilo desenfrenado de antaño, regalándonos unos arreglos maravillosos, donde se mezclan por triplicado la voz y los coros de nuestro vocalista estrella, con unos escandalosos solos de guitarra. Luego vuelve el relax con “A Thousand Days Before” donde un clima más pacífico nos muestra a un Cornell que se pone el traje de un vocalista más cercano a lo lírico, con un riff sensual que le da al tema una calidez oriental llamativa en un álbum de estas características. “Bones of Birds” cumple con el espíritu grunge, melancólico, con tonos bajos e íntimos, siguiendo en la misma línea con “Taree”, de una profundidad suprema, aunque con los característicos sonidos de la banda. “Attrition” cumple el rol del clásico tema de rock radial, y “Black Saturday” despierta de a poco en forma acústica para ir subiendo los decibeles hasta adentrarnos en un ambiente psicodélico. 

“Worse Dreams” y “Halfway There” van marcando el principio del fin manteniendo el estilo que venían desarrollando, para encontrarnos con “Eyelid’s Mouth”, donde el cantante demuestra su capacidad de descontrolar el clima con unos coros estridentes para culminar con la experimental “Rowing”, hardrockera por donde se la mire, lo que permite decir que estamos ante un disco bastante limpio si lo comparamos con los viejos álbumes de la banda, con vaivenes entre el pasado al que no quieren dejar atrás y un presente que merece ser oído. 

Para aquellos que con este álbum van a tener su primer aproximación a la banda, se van a encontrar con un ejemplo fiel de lo que ha sido el espíritu de Soundgarden a lo largo de su historia, aunque un tanto más maduros. Suenan menos rebeldes y más comprometidos con el estilo, lo que muestra una renovación musical sutil pero interesante en músicos de arriba de 40 años a los que les llegó la hora de crecer en el mejor sentido.

Los que estaban esperando que estos 16 años trajeran nuevos vientos van a quedarse con la sensación de ya haber “estado ahí”, lo que de ninguna manera implica algo negativo. Estamos ante un disco a la altura de las circunstancias, digno de ser disfrutado una y otra vez, como lo que ha venido brindándonos esta gente.Y para quienes estamos siempre con sed de más de las bandas que están en el sector de las favoritas de nuestra discoteca, con “King Animal” tenemos una nueva oportunidad de deleitarnos con el refinado estilo que los caracteriza y brindar por la vuelta de Soundgarden.

 
Por Mariana Weingast

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