Tuvo
muchos condimentos especiales esta enésima visita de Megadeth a su “patria
chica” que, incentivada por el tour conmemorativo del 20º aniversario de Countdown To Extinction y adobada por el
repaso al memorable Peace Sells, era
sin dudas algo tentador. También había cuentas pendientes por la anterior
visita en la que presentaron Thirteen
(los que estuvieron saben de qué hablo), algo que por lo visto el jueves 13 en
el Malvinas, fue ampliamente saldado. El cotillón entregado al ingresar por el staff, que
consistía de globos a ser inflados por el espectador, fue también un indicio de
que sería una noche especial para Mustaine (su cumpleaños no pasó desapercibido
en absoluto para el colmado estadio).
Cual
“Fútbol De Primera”, la pantalla central (había tres en el escenario) mostraba
a los músicos en el backstage rumbo al escenario y así, al toque y sin intro
arremetieron con “Trust”, ya con las tres pantallas a pleno que intercalaban clips
o escenas del show. Con este tema, se daba comienzo a esa velada única que se
gesta cada vez que “La
Sinfónica” está en “su” casa.
A
medida que escuchaba uno tras otro “Hangar 18”, “She-Wolf”, “Wake Up Dead”, “I Ain't
Superstitious” y “Devil's Island”, noté que la voz por momentos era
imperceptible, y no por problemas de sonido, ya que el Colorado tiene ese
particular estilo para cantar. Le siguieron “Never Dead”, “Whose Life (Is It
Anyways?)” y “Public Enemy No. 1”
para ir pagando lo debido, algo que siguieron haciendo cuando desgranaron “Skin
O' My Teeth”, “Symphony Of Destruction”, “Architecture Of Aggression”,
“Foreclosure Of A Dream”, “Sweating Bullets”, “This Was My Life”, “Countdown To
Extinction”, “High Speed Dirt”, “Psychotron”, “Captive Honour” y “Ashes In Your
Mouth” (de lo mejor del disco) de un Countdown...
que los grandes recordamos bastante del show que ofrecieron en el Estadio Obras
en el ´94 (con el brillo que Menza-Friedman le aportaban, algo que Megadeth
hasta hoy no recobró, cualidades al margen de Drover y Broderick) y que los
catapultó a un nivel superlativo más allá del thrash.
Para
finalizar, “A Tout Le Monde”, “Peace Sells” y “Holy Wars... The Punishment Due”
fueron una clara muestra de lo que Megadeth significa, algo así como íntimo,
con bastante rebeldía y mucha contundencia, graficado con la torta en el saludo
final, acercada al escenario por dos
señoritas mientras se arengaba al público a cantar nuevamente el feliz
cumpleaños y que Mustaine, con su gesto típico y desenfadado revoleó a los fans.
El
viernes Mustaine & company se volvieron a presentar ante un estadio
colmadísimo de gente. Alrededor de las 21 se apagaron las luces y, pantallas
encendidas mediante, los músicos salieron a comerse el escenario. Al igual que
el día anterior, la fiesta arrancó con “Trust”, de su placa Cryptic Writings,
seguido de “Hangar 18”
y el infaltable “A Tout le Monde”. Cuando el público ya había entrado en calor
y se encontraba en su mayor esplendor, arremetieron con “Whose Life (Is It
Anyways?) y “Public Enemy Nº 1”,
ambos de su álbum Thirteen, para dar
paso a lo que finalmente todos esperábamos: el comienzo de Countdown…
Como
estaba pautado, hicieron el disco entero, alterando un poco el orden de los
temas (de todas formas, permítanme agregar que en este caso se aplica más que
nunca la reconocida frase “el orden de los factores no altera el producto”).
Cabe
recordar que, si bien la noche anterior se celebró el cumpleaños número 51 de
Dave, no por ello los fans le negaron un nuevo “Happy Birthday”, arrojándole
banderas de las más diversas y gritando al son de la música lo mucho que lo
querían y admiraban.
En
resumidas cuentas, las fechas fueron un éxito contundente. El sonido estuvo a
la altura de las circunstancias y los temas sonaron mejor que nunca. Para
redondear, ¡deuda saldada muchachos!
Por Alejandro Barcos y Valeria Vizioli
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